Siguiendo la estela de largos viajes (a ver si alguien más se anima, que parece que sólo escribo yo sobre esto), hoy voy a comentar y proponer un destino relativamente cercano: Sicilia. Se pueden encontrar vuelos a precios relativamente bajos desde Madrid y Barcelona, llegando bien a Palermo, a Catania o a Messina. Cualquiera de las combinaciones vale la pena.
Nosotros realizamos un viaje de 10 días (bueno, creo que al final eran 11). La pega fundamental de hacerlo en verano es que el tremendo calor impedía ver nada durante las horas centrales del día y, por otro lado, nos dejaba tan aplatanados que se nos quitaban las ganas de ver algunas cosas.
Día 1: Palermo
Salimos desde Madrid con Alitalia, haciendo escala en Milán. Salimos a una hora decente de la mañana y a las 3 estábamos en Palermo. Al llegar alquilamos un coche a través de EasyCar, una agencia local que da sin duda los mejores precios. Dado que los Sicilanos conducen como locos, recomiendo pasar de la franquicia y coger un todo riesgo (aunque al final nosotros no lo tuvimos que usar, pero tranquiliza...). Logramos llegar gracias al GPS, que si no no hay quien entre en Palermo. La primera tarde nos dio tiempo a ver algo de la ciudad y cenar en un restaurante típico.
Día 2: Palermo, Monreale y Cefalú
La mañana del segundo día la dedicamos a visitar el centro de la ciudad: catedral, iglesias y demás. Mucho cuidado con los horarios de las cosas, y con las bodas, que cambian los horarios. Por la tarde, después de visitar la Capilla Palatina (merece bastante la pena) emprendimos camino a Monreale, que está relativamente cerca de la ciudad. (Se puede llegar en bus urbano). Allí espera un bello pueblo con una impresionante catedral. Y de allí, a Cefalú, un bello pueblo costero que se encuentra a eso de 70km de Palermo. Es bastante turístico, pero merece la pena verlo. Y tiene una bella playa mirando al Oeste, con lo que se ve atardecer sobre el mar.
Día 3: El oeste de la isla
El tercer día lo dedicamos a ver los alrededores de Palermo, concretamente el oeste de la isla. Cometimos el error de salir en coche un domingo por la misma carretera que usaban todos y cada uno de los habitantes de Palermo para ir a la playa. Tras el tremendo atasco, llegamos a Segesta, un enclave arqueológico en donde se halla un bello teatro griego y un templo dórico en bastante buen estado de conservación. Aunque es bastante bonito, el viajero se va a hartar de ver templos dóricos y teatros griegos y romanos en lo que queda de viaje, así que bien podría ahorrarse el viaje y la entrada.
La zona, eso sí, está llena de bellos restaurantes y hoteles rurales y de agroturismo, en los que es una delicia pararse a comer. (Tras tres días, hasta te empieza a gustar la cerveza siciliana).
De allí, seguimos a la ciudad medieval de Erice. (Si uno va con ganas, puede parar también a ver el centro histórico de Trapani, o desviarse a Marlasa, famosa por sus vinos. Nosotros estábamos achicharrados de calor y muy cansados, así que no lo hicimos). Erice parece que está ahí mismo, pero resulta que está en lo alto de una montaña con carreteras de curvas imposibles, en las que hay que subir en primera (y sin aire acondicionado, por eso de que el motor tire bien). Y sí, es una ciudad medieval, pero a mí personalmente no me gustó mucho (supongo que por el calor). La zona del castillo y las torres están bien, pero lo que es la ciudad, parece hecha de bloques de hormigón...
Si uno va en invierno, de allí puede ir a ver más sitios, en verano, nosotros nos fuimos a la playa. Concretamente a la de Scopello, que según la guía estaba menos masificada que la de Castellmare del Golfo.
Día 4: Agrigento
El día 4 salimos hacia el sur. Tras un desvío para ver La ruta del queso (que resultó ser un cobertizo con un perro atado a la puerta), llegamos a Agrigento y nos metimos con el coche por toda la zona vieja, y casi nos quedamos encajados. Consejo del viajero: deja el coche fuera de las callejas, que en algunas no cabe ni un clío. Nos alojamos en un B&B de la zona vieja, el Lexus International, que aunque por fuera parece cutre, por dentro es una maravilla y barato.
De nuevo, por ser verano, comimos y nos fuimos a la playa (a San Leone) hasta que bajara el sol. De allí a ver el impresionante Valle de los Templos. Una zona arqueológica con un montón de templos dóricos bastante bien conservados. (Una nota: yo me cabreé bastante este día, ya que tienes que pagar la entrada al valle, el aparcamiento del coche, el mapa del valle, los carteles está en italiano, y muchos borrados, hay que pagar otra vez si quieres ver el vídeo en el centro de interpretación...)
Día 5: Enna y alrededores
Desayunamos un estupendo bollo con capuchino en el Bar Gambrinus (vía Atenea) y antes de dejar Agrigento subimos a ver la catedral y el barrio de alrededor. De allí partimos hacia Enna, bella ciudad del centro de la Isla, con un magnífico castillo normando. Nos alojamos cerca de Enna en el Hotel Garden, junto al lago Pergusa (buen sitio). De allí nos acercamos a ver Piazza Armenrina, un pueblo barroco con bastante encano, mucha vida y gente amable. Tiene una antigua villa romana que no fuimos a ver por estar ya cerrada.
Día 6: Siracusa
De Enna a Siracusa, una de las ciudades que más nos gustó. Nos alojamos junto al Santuario, un mamotreto de hormigón que se ve desde toda la ciudad. De allí a visitar el yacimiento arqueológico, donde están las antiguas canteras, el teatro griego (otro más), el anfiteatro romano y unos estupendo jardines. De allí a San Giovanni, a ver los restos de la iglesia, la cripta y las estupendas catacumbas. Y de allí al verdadero centro de la ciudad, la isla de Ortigia, un laberinto de calles iglesias y vistas al mar.
Día 7: Catania
(Como alternativa, antes de venir a Catania se puede pasar por la ciudad de Noto. Es una antigua ciudad arrasada por el volcán que se reconstruyó entera en el barroco). Nosotros, nos fuimos a Catania, directamente).
Catania puede parecer una ciudad gris, y lo es, pero tiene unos estupendos mercados que, si llegas a buena hora, te permiten disfrutar de la verdadera esencia de esta parte de Sicilia. Y tiene además otro teatro romano para ver, este gratis. Por la tarde, visitamos la original playa de Aci Castello, playa de piedras bajo la torre de un castillo, e hicimos el amago de entrar en Acireale, pero la cantidad de gente y lo enrevesado de las calles, hizo que tras un ligero vistazo, dejáramos pronto esta ciudad barroca.
Día 8: El Etna
Desde Catania, o bien desde alguno de los pueblos de alrededor, se puede acceder al majestuoso Etna, que recomiendo fervientemente.
Hay varias formas de visitar el Etna. Una vez coges el teleférico, puedes pasear a tu aire, te pueden dar una vuelta en todo terreno, o bien puedes ir con un guía experimentado a ver el cráter. Esta última opción es la más cara pero la más recomendable, ya que es la única en que de verdad vives la montaña, y ves cosas que de otra forma no podrías.
La noche la pasamos en Giordani-Naxos, pueblo turístico junto a Taormina. Aunque tuvimos algún problema en el hotel (El Nike), al final conseguimos buena habitación, y hay que decir que el hotel tiene unas instalaciones magníficas. Recomiendo quedarse en Naxos (u otro pueblo costero) mejor que en Taormina, ya que es más barato y seguro que más tranquilo.
Día 9: Naxos y Taormina
Como el hotel era fantástico, pasamos la mañana en su estupenda playa en una terraza junto al mar. Por la tarde visitamos Taormina, que encontramos muy masificada y demasiado turística.
Día 10: Vuelta a Palermo
Pasamos el día disfrutando del hotel, y por la tarde regresamos a Palermo, con la intención de dormir y coger el avión a la mañana siguiente. Una alternativa (que al final desechamos) es emplear este día en ir a una de las islas del norte (Vulcano, Lipari o Salina). Para ello hay que subir hasta Mesina y coger allí un ferry. Tras pasar el día en la isla, se vuelve a dormir a Palermo.
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