Calle Cesteiros, 3, Vigo
Recomendación realizada por nuestro colaborador Castrovita, autor del blog gastronómico Gastrovita.
Situado en la Rua dos Cesteiros número 3, en un escondido y oscuro rincón junto a la Plaza de la Constitución, El Bar Chavolas es uno de esos lugares que uno no debe perderse cuando visita una ciudad.
Juan y Milagros abrieron esta taberna marinera a principios de los años 50 del siglo pasado y ahí siguen ambos, al pie del cañón, dando de comer día tras día a marineros, turistas, obreros y famosos, algunos de los pescados y mariscos más frescos de España (el puerto pesquero de Vigo está apenas 100 metros más abajo). El encanto del Chavolas está precisamente en que el local sigue manteniendo ese aroma de tradición, de antiguo, incluso rancio, pero unido a una calidad inmejorable en los platos.
Las fotografías colgadas en la pared de piedra de cientos de celebridades que a lo largo de estos 60 años han pasado por allí reflejan que estamos, probablemente, ante uno de los locales más clásicos y míticos de la ciudad de Vigo. La barra de aluminio, los barriles donde almacenan el ribeiro casero que aún se bebe en las tazas de porcelana, la cuenta hecha aún a mano con el tembloroso pulso de Juan que sigue confiando más en su capacidad matemática que en cualquier calculadora, las espartanas mesas y sillas de madera y sobre todo, la calidez de un ambiente casi familiar, donde uno se siente como en casa e incluso si no hay mucha gente en el local Milagros se sentará a tu lado a contarte los avatares vividos en estos 60 años, confieren al lugar un aura única difícil de explicar. La comida es absolutamente casera y tradicional gallega, donde a la empanada y al caldo gallego se le suman los pescados y mariscos del día, junto al pulpo, mejillones, almejas y navajas, etc. Para los que prefieran carne, suelen tener buenos cortes de ternera gallega. El matrimonio es procedente de un pueblo de la Ribeira orensana, donde mantienen una finca en la que cultivan las frutas, verduras y hortalizas que emplean en el restaurante. Es decir, todo en ese local es pura Galicia. Todo, excepto la camarera cubana que sirve las mesas que da el toque de exotismo al lugar y que con sus comentarios y chascarrillos (generalmente despectivos hacia sus jefes) ameniza la velada a los comensales.
En definitiva, todo el glamour que le falta al local se compensa con la extraordinaria calidad del producto. En cuanto a precio, el sitio no es una auténtica ganga, pero sí que puedes cenar muy bien por menos dinero del que pagarías en cualquiera de los restaurantes de pescado y marisco de la ciudad.
Históricamente el local albergaba únicamente cuatro o cinco mesas de madera pero hace un par de años acometieron una pequeña reforma con la que habilitaron un cuarto contiguo con otras cuantas mesas con lo cuál generalmente no suele ser necesario reservar mesa. Cierran los domingos y lunes.
¡Que lo difrutéis!
Obrigado pelos excelentes pratos que nos aconselharam eram divinais. Chocos em sua tinta e batatas fritas, tortilha, e peixe,tipo solha (especialidade da casa) no forno com batatas assadas. Frescura dos produtos e confecção dos mesmos simplesmente excepcionais.
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